Aunque es cierto que algunas personas nacen con mayores
dones naturales que otros, la habilidad de dirigir es -en realidad- una
colección de habilidades, y casi todas pueden adquirirse o cultivarse.
Pero ese proceso no ocurre de la noche a la mañana.
Tiene facetas como:
respeto, experiencia, fortaleza emocional, habilidad para tratar con la
gente, disciplina, visión, impulso, oportunidad... y la lista sigue.
Por Gerardo Klajnberg
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