Era la noche del 7 de diciembre de
1970. En el Madison Square Garden de Nueva York el mítico Roberto “Tito” Lectoure
le daba indicaciones a los gritos a uno de sus más famosos y encumbrados
boxeadores: Oscar “Ringo” Bonavena.
Era el enfrentamiento soñado de
cualquier boxeador de esa época: en el otro rincón estaba el más grande del
mundo, Muhammad Alí.
Ringo llegó a tirarlo a la lona en el
séptimo round, pero Alí le devolvió por tres esa afrenta en el último.
Bovena no alcanzó el triunfo, pero en
la historia del boxeo mundial quedó identificado por esa gran noche.
Nuestra vida de negocios en muchas
ocasiones tiene un cierto parecido con esta anécdota: hay un momento en que
creemos llegar a la gran pelea, en la cual aspiramos al título, pero no, por
alguna fatídica razón no alcanzamos ese triunfo que anhelamos.
Y, como en el boxeo, tenemos que
seguir entrenando y peleando, con la esperanza puesta en el próximo gran
desafío.
En estos momentos nos encontramos con
que, nuevamente, tenemos que volver al entrenamiento: hacer “footing” con las
listas de precios, “bolsa” frente a los faltantes, y mucha “soga” para mantener
el estado físico de la actividad.
Y claro, no es el momento de “bajar la
guardia”.
En muchos momentos, hemos expresado en
este espacio la necesidad de aprovechar el impulso de las buenas “rachas” para
encarar nuevos desafíos, capacitaciones, incorporación de herramientas
tecnológicas, inventarios optimizados, etc.
Aquellos que se entrenaron duro,
seguramente estarán mejor preparados para “aguantar” nuevamente peleas de
fondo.
Y en el final, como a Rocky Balboa, el
triunfo nos estará esperando al llegar al último peldaño, tal vez no subiendo
los brazos como él, pero seguramente tomando un descanso para, nuevamente,
tomar carrera para el próximo desafío.
Natalio Borowicz