Por Gerardo Klajnberg
Pongámonos en la cabeza de líder. La actitud natural de un líder es ser muy perceptivo o estar alerta.
Todo el tiempo se los está estimulando de forma permanente e incansable y los interpreto de acuerdo a mi estado emocional y mi estado va a me va a producir alguna interpretación emocional sintiendo cierto estímulo a mi cerebro.
El estimulo me hace reaccionar por la interpretación y obtener ciertos resultados.
Ejemplo:
En un calmo espacio de campo aparece un puma:
Estimulo: PUMA
Interpretación: Amenaza
Emoción: Miedo
Acciones disponibles: Paralizar, Atacar, escapar, esconderme.
En un apartado paraje estamos haciendo un safari fotográfico y hace 2 días esperamos al puma para fotografiarlo.
El camuflaje nos confunde inmóviles por las últimas 16 horas con la escena de vegetación muy verde por nuestra vestimenta y aparece .
Estimulo: Puma
Interpretación: Alivio, Éxito por encontrar el objetivo esperado.
Emoción: alegría, entusiasmo. (me preparé para ello)
Acciones disponibles: Fotografiarlo
Resultado: Logro, éxito, etc
El mismo estimulo tiene diferentes interpretaciones.
El ejemplo muestra que las personas tendrán diferentes acciones o reacciones de acuerdo a su situación emocional o la situación previa al estímulo.
Me pregunto como líder: ¿Qué es lo que hace que cuando explico a mi equipo una estrategia ellos entiendan cosas diferentes?
¿Que estoy haciendo? Trato de estimularlos.
¿Qué es lo que hace falta?
Lo que podría faltar es tomar el tiempo para escuchar y descubrir a que espacio emocional lleva mi estilo de liderazgo.
En qué situación está cada persona del equipo para prepararlo para la comunicación que quiero compartirles.
Luego su espacio interpretativo provocará que la parte emocional bien interprete.
Mi conclusión es básica: Escuche antes de hablar. Piense antes de hablar. Luego hable con tiempo para escuchar respuestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario