Todos tenemos nuestra tarjeta para intercambiar. Pero hay muchas que no sirven. ¿Quiere saber por qué?
Sencillo, ¿no?
Pero hay tarjetas que atentan contra estos conceptos. Vamos a ver qué no sirve.
1) Las tarjetas deben tener, por supuesto, prolijidad y buen gusto. Pero lo principal es que se deben leer. Veo tarjetas con tipografías para el nombre que no se leen. Algunos adoran las letras manuscritas. Son las tipografías más ilegibles. La tipografía debe ser sencilla y no tenga miedo en que sea un poquito más grande que lo que dictan “las reglas del buen gusto”. Si tengo que ponerme dos pares de anteojos para leer su nombre, me dan ganas de romperla.
2) Blanco y negro. David Ogilvy (QUEP) prácticamente inventó la publicidad en gráfica y en su libro “
3) Guardas y firuletes alrededor de la tarjeta, no. Atentan contra el mensaje.
4) Teléfonos y mails: ¡Más grandes por favor! Si es la información que importa. Si está en cuerpo 4, póngala en cuerpo 6 o 7. No olvide que después de los 40 años ya casi todos necesitamos anteojos. Si sumamos a los que ya tienen anteojos desde antes, nadie ve nada.
5) Espacios. Veo tarjetas donde nombre, cargo, mails y teléfonos están apretados en un costado. Casi no hay una interlínea entre texto y texto. Y del otro lado, rodeado de un blanco enorme, el Logo de la empresa. O un dibujito símbolo de la empresa. Si usted es Disney y me pone un Ratón Mickey lo voy a entender. Pero cuando su empresa o negocio no es tan global, ¿cómo hago para adivinar quién es usted?
Mi resumen es: sin hacer payasadas ni poner el teléfono tipo afiche, buscar formas que permitan que esa comunicación que es realmente importante, se lea.
El comienzo de un negocio, una alianza o un nuevo camino muchas veces está en ese rectangulito.
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Cosas Raras de Famosas
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