
Por Gerardo Klajnberg
Es inevitable que si estamos viviendo experiencias de liderazgo, vivamos algunas situaciones no esperadas, conozcamos personas, y que todo eso nos provoque sentimientos.
Esas personas, situaciones y sentimientos están ahí para enseñarnos algo. O para que ellos aprendan de de nosotros mismos.
Pero de NINGUNA MANERA para perder el foco, desequilibrarnos, desarmonizarnos o descentrarnos.
Y ahí está la fina línea del Desapego: cuando detectamos que algo o alguien nos desequilibra o desarmoniza: nos pone nerviosos, nos “saca”, lo queremos ver lejos.
Sin embargo: ¿por qué es tan difícil dejar ir un sentimiento, o una situación conflictiva o una persona que nos hace mal?
Porque en algún lugar, ese malestar es algo conocido, nos da confianza.
Es un malestar que probablemente se haya repetido a través de nuestras vidas en distintas situaciones y con distintas personas.
Dicho de otra forma, estamos encariñados con ese malestar conocido.
¿Y si decidimos decir BASTA? Nos queda el miedo del ego a lo desconocido.
Sentirse libres
Créame que es maravilloso poder fluir y dejar ir, desapegarnos de estas personas, estas situaciones, estos sentimientos.
Nos liberamos, nos sentimos libres para poder volver a elegir. No significa necesariamente cambiar de situación o de persona sino estar uno en una postura diferente: yo lo veo diferente lo siento diferente y por lo tanto actúo diferente.
Podemos tomar una actitud diferente ante la misma situación.
Por eso recuerde: ¡GANAR se Elige!
No hay comentarios:
Publicar un comentario